¡Feliz Día de la Madre!

¡Feliz Día de la Madre!

6 mayo, 2012 0 Por Marilo

Hoy quiero compartir con vosotros una entrada (de las muchísimas que me encantan) del Blog de Sarai Llamas. La transcribo literalmente, podéis ver el original aquí.

El poder y el valor de la Maternidad

Dedicado a todas las mamás y también a todos los papás…
La maternidad es un patrimonio
infinitamente infravalorado en nombre de una civilización aparentemente
basada en la cultura y en la ciencia.
Cada mujer, en cualquier rincón
del Mundo, independientemente de su estatus social y de la cultura a la
cual pertenece, tiene el poder de crear y alimentar una nueva vida.
La maternidad es eso, es vida.
Una madre es apertura, instinto,
calidez, alimento, afecto, disponibilidad, espacio, contención,
flexibilidad, un refugio seguro, un trampolín del que saltar hacia la
vida, sabiendo que se puede volver a él en el caso de que se tengan
problemas: una base segura desde la que se puede experimentar incluso
aún antes de nacer, ya en el útero, el cariño y la relación con los
demás.

¡Qué responsabilidad tenemos todas las madres! ¡Y qué poder…!
Maternidad rima con simplicidad,
pero esta relación no resulta ser tan obvia. En una sociedad como la
nuestra, las madres utilizan cada vez menos su instinto, ya que son
adiestradas para delegar a los otros su papel: médicos, revistas,
libros… Nos encontramos en la era de la globalización, incluso de las
madres. Parece que las madres deban elegir y no sentir. Parece que sólo
tienen deberes y no derechos o necesidades. Parece que el valor
intrínseco de cada mujer y que cada nacimiento trae consigo, no le
interesa a nadie, o peor aún, no sirva para nada. ¡Qué gran error!
Los efectos de este ya viejo
equívoco son fácilmente observables: me refiero, sobre todo, a la falta
de afecto y de solidaridad entre los hombres. No obstante, resulta más
cómodo cerrar los ojos ante una verdad evidente y no aceptar que nos
hemos equivocado.
Nos han hecho creer a las madres
que el parto en el hospital representaba una mejora sin que ello
menoscabase nuestra independencia en el manejo del parto, en nombre del
progreso y de la seguridad.
Esto nos ha permitido a las madres delegar el parto.
Se ha introducido masivamente la
leche artificial basándose en la emancipación de la mujer, la cual ha
podido liberarse de los compromisos de la lactancia materna.
Esto nos ha permitido delegar la nutrición (también la afectiva, claro está) de nuestros hijos.
Nos han hecho creer que podíamos evitar el dolor del parto tal y como se evita un obstáculo en el camino.
Esto nos ha permitido pensar que
podíamos escoger algo diferente a lo que la naturaleza ha elegido para
nosotras, independientemente de las hormonas y de las consecuencias de
tales prácticas.
No se han aprobado leyes, que
nos permitan, tal y como ocurre en otros países europeos, criar a
nuestros hijos por lo menos los tres primeros años. No, tres años son
muchos, mejor tres meses. Y mira tú por donde, la literatura psicológica
coincide en señalar que los primeros años de un niño son cruciales para
un sano crecimiento emocional y relacional.
Sobre todo se han equivocado en
hacer de la maternidad y del nacimiento materias empresariales, negocios
que llenan los bolsillos de muchos y que arruinan al resto.
La maternidad es la capacidad de amar siguiendo nuestro instinto.
Una madre “normal” no está
acostumbrada a observar a su hijo para saber si este puede tener hambre,
sueño o frío, ya que en el mercado puede encontrar siempre una
herramienta que lo haga por ella: el libro con el método que hace que
los niños se duerman fácilmente, el dispositivo que es capaz de
descifrar y traducir el llanto del bebé y que le dice qué es lo que
tiene que hacer, la leche artificial, el programar voluntariamente una
cesárea para evitar enfrentarse al parto natural…
Ser madre significa, en mi opinión, más saber ser que saber hacer.
Empezando con el parto. No existe ningún curso o libro que pueda
enseñar a una madre a dar a luz, ni que le sepa decir cuándo y cómo
iniciará o cómo se desarrollará.
Y no podemos olvidar que el gran
tesoro de la maternidad está contenido y representado en el parto: una
mujer siente su cuerpo y su hijo se comunica con ella a través del
dolor, sabe cuál es el momento adecuado para moverse, para empujar, para
pedir ayuda… Conoce las posiciones que le hacen sentir menos dolor y
cuales facilitan la progresión del parto y, después de que su bebé haya
nacido, sabe cuándo ofrecerle el pecho y por cuánto tiempo. Pero hay que
comunicar a la madre confianza y aceptación, libertad y disponibilidad,
tal y como ella deberá hacer con su hijo desde los primeros momentos y
durante toda la vida.
Sin embargo
existen dos condiciones para que esto pueda suceder: a la madre se le
debe dejar libre y se le debe ayudar en todo lo que ella necesite.
Las madres no necesitamos tanta
cultura y tantas palabras, no necesitamos pedir permiso a los expertos
para interactuar con nuestro propio cuerpo y con nuestros hijos…
Necesitamos ser libres para elegir y ser informadas correctamente.
Michel Odent, en todas sus
maravillosas obras, afirma que el parto y la lactancia materna, en
cuanto partes de la vida sexual de la mujer, requieren las mismas
condiciones que las que se necesitan en una relación de pareja:
intimidad, calidez, silencio, no sentirse observados, no tener prisa. En
otras palabras, individualidad, espacio y tiempo.
Es verdad que lo desconocido a
menudo da miedo y, por lo tanto, autoriza a dar explicaciones y a
delegar responsabilidades, lo cual, a primera vista, parece que da una
solución a los problemas. Pero la verdad es que los problemas en sí no
existirían si nos devolvieran a las mujeres la confianza en nuestro modo
de sentirnos madres.
La maternidad es la confianza en
los propios sentimientos, el escucharse a uno mismo, es sensibilidad,
libertad de movimiento, regresión para sintonizarse mejor consigo mismas
y con el bebé, para después abrirse juntos al mundo y a la vida.
Una última reflexión me gustaría dedicársela a los papás,
sin los cuales ninguna madre podría convertirse en tal. El valor de la
maternidad puede ser tal gracias a su papel de co-autores del viaje
hacia una nueva vida. Es gracias a su apoyo y a sus fuertes brazos, con
los cuales nos rodean en los momentos de necesidad, que una madre puede
reposar serenamente. Es gracias a su papel de filtro, tal y como ocurre
con la acción de la placenta en el útero, que después del nacimiento, el
padre, se convierte en mediador entre la madre-hijo y el mundo
exterior, protegiendo su unión y la familia. Es gracias a los padres que
las mujeres encuentran la fuerza que a menudo falta después de los
esfuerzos que la atención y el nacimiento de un bebé requieren.
Algunos podrían decir que la
maternidad es “sacrificio”, para mí es un auténtico privilegio.
Trabajemos y comprometámonos entonces en hacer que en todos los rincones
de la Tierra se respete el poder y el valor de la maternidad, de ello depende el futuro de toda la humanidad.

Basado en un texto de mondodoule.it 

Después de esto no me queda nada por decir, excepto felicitar a todas las mamás y compartir con vosotros la foto de la primera tarta del curso que estoy haciendo y el regalo de mis hijos.
¡FELIZ DÍA DE LA MADRE!